Ivonne http://timeforeverything18.
P.D: Ellas pusieron unas fotos en el texto pero por desgracia no me deja ponerlas en la entrada. ¡Lo siento chicas!
***
ANTES QUE SE PONGA EL SOL
By: Calina Axfer
INTRODUCCIÓN
-La señorita
Skaaren se encuentra a la espera de su Usía.-informó un hombre de avanzada edad
y postura respetuosa, asomando la pequeña cabeza por la puerta de la
habitación.
-Gracias,
Roger. Enseguida bajo.-respondió una voz masculina.
Un joven de
angulosas facciones y oscuros ojos recogía con calma documentos sobre una gran
mesa de madera de roble, posiblemente.
Se encontraba
en una clara e iluminada habitación con vistas a un fabuloso paisaje otoñal.
Estaban a
mediados de octubre y las hojas de los árboles no habían completado su
descenso habitual todavía.
El chico
aparentaba unos diecinueve años. Lisos mechones de cabello oscuro rodeaban su
cara enmarcándola cual obra de DaVinci.
Unos increíbles
ojos azules casi negros observaban con expectación por el ventanal.
No estaba
nervioso por tener a una invitada aguardando su llegada en la escalera. De
hecho, la calma parecía inundarlo.
Cuando hubo
terminado de recoger, se dio media vuelta, adecentó sus ropas y se dispuso a
salir al vestíbulo a recibir a la señorita.
-¡Patryce!-exclamó
con los brazos abiertos-Encantado de verte.
Comentó con una
sonrisa mientras plantaba un beso en el dorso de la mano de Patryce.
Ella respondió
de igual manera, entusiasmada.
-¿Has
encontrado algo, Darren?-dispuso la cuestión con bastante ansiedad.
-Si-su rostro
se ensombreció levemente-. Algo sí que he encontrado.
La cogió por la
muñeca con suavidad y la condujo a la estancia de donde antes había salido. Los
volantes de su vestido ondeaban al caminar.
Ella se quedó
anclada en la puerta.
Pisar la
habitación de un miembro del linaje Lovejoy infundía respeto a gran parte de la
nobleza de Farwestain.
Darren hizo un
gesto para que entrase y ella asintió levemente, entrando en la estancia con
paso inseguro.
Se acercó a la
mesa. Las manos le temblaban un poco e intentaba forzar una dulce sonrisa, sin
demasiado éxito.
De entre los
papeles, el joven Lovejoy sacó un libro, no demasiado breve, y se lo mostró.
Las tapas eran
oscuras y unas letras grises (que debieron ser plateadas tiempo atrás)
adornaban la portada, sucia de grasa y otras substancias que no llegaban a
adivinarse.
-Aquí puedes
encontrarlo todo sobre los linajes de Farwestain.
En ese
instante, Darren comenzó a convulsionarse entre arcadas. Patryce, asustada,
olvidó toda precaución y lo condujo rápidamente a la cama.
Ella gritaba,
no sabía qué le estaba ocurriendo al joven, pero en su pecho, la piel comenzaba
a oscurecerse a la par que Darren se sumergía en un profundo sueño.
Darren Lovejoy,
The Demon
By:
Calina Axfer
La oscuridad me rodeaba. Percibía algo de calor en el centro de mi pecho. Los ojos me escocían y sentía como si me hubiesen atizado cien latigazos en la espalda.
Al fondo de aquella inmensidad,
una diminuta luz, como esperanza en la desgracia, comenzó a parpadear
lentamente.
Aparecía... desaparecía... aparecía...
desaparecía... aparecía...
Me recordaba a
aquellas torturas que se hacían antes. Encarcelaban a la dente en lugares
aislados, con una luz continuamente parpadeando.
Se me vinieron a la
cabeza las numerosas veces que había recorrido pasillos oscuros repletos de
gemidos de agonía y dolor. Supongo que me lo merecía. Tal vez era un castigo
del cielo, de donde suele decirse que caen bendiciones. Allí no hacía mucho
calor, pero seguramente el ambiente de mi presunta cárcel era para que me
“sintiera como en casa”.
Probé a levantarme,
pero los tobillos cedieron, adormilados, y caí. Me arrastré hasta la luz,
intentando no apoyar en el suelo (o lo que quiera que fuese esa superficie) el
torso, que prácticamente me ardía.
Cuando al fin llegué,
los músculos de mis brazos no aguantaron y me di de bruces en tierra. Casi
sentía miedo de lo que podría encontrar bajo aquella zona semi iluminada cuando
abriese los ojos.
Lo hice sin pensar
demasiado en ello. Observé mis muñecas y antebrazos. Líneas negras los
cruzaban. La sangre (como habitualmente ocurría) se habría secado el instante
después de abrirse la piel.
Quienquiera que
hubiese intentado hacerme daño, no conocía precisamente las características
fisionómicas de los que eran como yo.
Dirigí entonces la
mirada hacia mi pecho, con casi ningún esfuerzo: una enorme y oscura mancha
oscura lo cubría casi completamente.
No tenía ni la más
remota idea de qué era o como había ido a parar allí, pero me comenzaba a
producir un incesante mareo...
Sacudí fuertemente la
cabeza. Oía gritos como los de las celdas, gritos que pronunciaban un nombre
que me era familiar, pero que no reconocía.
-¡Por favor! ¡Darren!
¡Señor Lovejoy!-un par de voces me atormentaban. Sus terriblemente agudos
timbres taladraban mis tímpanos.
-¡Basta ya!-exclamé
ya sin poder soportarlo.
Me incorporé a duras
penas, luchando contra la fuerza que oprimía mis pulmones. Una clara figura
permanecía de pie frente a mí. No recordaba ya su nombre... tantas personas y
años habían pasado... Patryce. Eso era. Patryce. Casi un ángel de la guarda
para mí, por muy extraño que pudiera sonar en boca de alguien como yo...
alguien cuyo apelativo común era “demonio” o “ser del Infierno”.
No, nunca habían
visto mis ojos semejante claridad. Casi producía dolor en las córneas y el
corazón. Su carita se torcía con miedo, mirando hacia mi pecho. ¿Qué cosa podía
aterrorizarla tanto?
Tal vez era yo mismo.
Yo mismo, mi persona. Decidí averiguarlo, bajando la mirada hacia mi torso,
como en el sueño había hecho.
Los tres. El hombre
con traje de pingüino, ella y yo observábamos, cada uno con su opinión al
respecto, la enorme mancha negra que se extendía por la parte superior de mi
cuerpo.
-Patryce,
no...-conseguí susurrarle, mientras escuchaba como el hombre marchaba
apresurado de la habitación.-no te asustes. No pasa nada. Es solo un sueño, una
mancha, una pesadilla.
Retrocedió. Era
normal que me temiese. Ella era... Patryce y yo un maléfico demonio de las
profundidades del mundo. Realmente merecía aquella maldición, por todas las
vidas que me había cobrado, y por las que podría cobrarme por odio, amor o
simple diversión.
-Tú no lo
entiendes.-me reprochó mi ángel.-Esa es... es la Maldición de los Oscuros. La
perdición de los demonios. La muerte y la vida en carne viva. La Maldición que
lanzan... lanzamos nosotros, los ángeles.
No logré comprender
aquella última frase, ¿lanzamos? Yo ya sabía que ella era brillante, hermosa, perfecta.
Pero lo de ser un ángel era algo aterrador. Algo terriblemente puro. Algo que
nosotros no podíamos comprender, y Patryce tampoco podía.
-Sé que... sé que
eres como un ángel, Patryce, pero...-intenté convencerla.
-Darren Lovejoy, o
cualquiera que sea tu nombre.-escupió casi con odio, cosa complicada en un ser
como ella.- No soy como un ángel, simplemente yo soy. Y esa Maldición de los
Oscuros, creo recordar, fue la primera que el Gran Consejo de
Angelia,-pronunció mencionando la Capital de los ángeles.-me obligó conjurar.
FIN 1ª PARTE
Patryce,The Angel
By Ivonne
Como podía ser esto posible,
Darren no podía ser un demonio, pero las señales estaban ahí, solo de esa forma
la maldición se hacía activa, nos habíamos acercado más de lo normal, yo
confiaba en él pero esto ya era imposible, tenía que avisar a mis superiores de
lo contrario podría ser una catástrofe y mi reputación quedaría por los suelos.
-No puede ser, tú no puedes ser un…-empecé a alejarme,
tenía que escapar de ahí y rápido-. ¡Alto!-entonces vi lo que sostenía entre
sus manos… el cuchillo Sheffield, él único capaz de inmovilizar y detener a un
ángel, lo mire con asombro, ya no éramos los mismos, ahora había una lucha
entre nosotros, entre nuestra especie y ninguno daría su brazo a torcer.
-Sabes, que no puedes hacer nada contra mí, ese cuchillo
solo es una leyenda, los ángeles no pueden ser detenidos y menos por demonios
de tu calaña.
-Jamás lo usaría contra ti.
-Como yo jamás te lanzaría la maldición-nos quedamos
mirando fijamente hasta que bajo el cuchillo.
-Lo digo en serio, nunca sospechaste de mí, así que la
maldición no me la lanzaste tú, alguien sabe lo que somos y por eso paso
esto-se sentó en la cama-tenemos que trabajar juntos para saber qué es lo que
está pasando.
-Yo no trabajo con gente como tú.
-Patryce, soy el mismo de siempre.
-No, eres un demonio.
-Los demonios ya no somos lo que éramos antes, hemos
evolucionado, ya no hay motivos para que…
-Detente, digas lo que digas no cambiara las cosas, somos
diferente y lo que nos unía se ha acabado-me di la vuelta y salí de la
habitación, pero no llegue muy lejos, algo había en el ambiente y no podía
descifrar que era pero antes de dar un paso más fui bloqueada por un grupo de
hombres.
-Pero que tenemos aquí, creo que un pequeño angelito ha
caído en nuestras redes-no era posible que ellos supieran lo que yo era,
¿quiénes eran ellos y cómo sabían lo que yo era?-Hemos estado esperando mucho
tiempo que descubrieran que era cada uno y por fin nuestro deseo se ha hecho
realidad, podemos verte y podemos hacerte daño…
Sus movimientos fueron demasiado rápido y yo no era muy
buena en el cuerpo a cuerpo, me acorralaron y empezaron a lanzarme golpes logre
esquivar algunos pero otros fueron certeros, la maldición debería funcionar en
ellos también pero no sucedía nada y cada vez me debilitaba más, algo estaban
haciendo que me estaban quitando todas mis energías.
-¿Te sientes
débil? –caí de rodillas-tu energía es tan pura y nos alimenta más de lo que
haría cualquier huma..-sus palabras quedaron en el aire, sentí como iba siendo
liberada poco a poco y fue cuando vi que Darren estaba peleando con ellos,
tenía el cuchillo Sheffield en la mano y los cortaba con él, lo que vi después
de eso, no tenía lógica. El cuchillo los estaba descomponiendo, solo con un
corte y su aspecto reflejaba su verdadera edad, estaban arrugándose
rápidamente, los otros al ver lo que pasaba quisieron escapar pero Darren y yo
fuimos más rápidos, la maldición volvió y cayó sobre ellos. Nos miramos durante
un segundo hasta que mi mirada fue hacia donde tendría que estar la mancha
oscura pero no había nada, su piel estaba normal.
-¿Estas bien?
-¿Por qué lo hiciste? Esto no cambia las cosas entre tú y
yo.
-No lo hice por eso, jamás permitiría que te hicieran
daño-pero antes de poder responderle un brillo lleno todo el corredor y no era
una buena señal, solo podía significar una cosa y estaría en problemas si
estaba en lo cierto. El resplandor fue más intenso pero al mismo tiempo una luz
oscura apareció a su lado, esto era sumamente extraño jamás había visto algo
así, terminaron de materializarse y frente a nosotros estaba un ángel y un
demonio.
-Patryce.
-Darren.
Los dos hablaron al mismo tiempo y se miraron enseguida.
-¿Qué estás haciendo aquí? –se preguntaron uno al otro al
mismo tiempo.
-Vine por ella.
-Vine por él.
-Él es…
-Ella es…
Y se nos quedaron mirando, no entendía nada como era
posible que ellos se conocieran eso no era permitido, jamás podríamos
relacionarnos ni nada por el estilo con alguien de esa raza.
-Es el momento.
-Lo sé, pero no están preparados.
-Y todo es por nuestra culpa, debimos hablar con ellos
desde el principio.
-¿De qué están hablando? –encontré mi voz para poder
hablar-. ¿Cómo es posible que ustedes se conozcan?
-Hay muchas cosas que debemos explicarle y mostrarles
pero este no es el lugar, tenemos que marcharnos antes que otros se den cuenta
de lo que está pasando y vengan a buscarlos-ella tomo a Darren y él me tomo a
mí, esto estaba al revés, ¡como era esto posible! pero antes de poder preguntar
cualquier cosa la luz me cegó y desaparecimos de ahí. FIN
2ª Parte
Darren Lovejoy,The Demon
By: Calina Axfer
Aquel
terrible resplandor casi me cegó. No esperaba aquel “desprecio” a estar conmigo
por parte de Patryce. Siempre había creído que éramos uno solo, aunque algo
fuese diferente entre ella y yo. Los segundos en los que parecía que
permanecíamos suspendidos en el aire, temí que aquellos dos que antes hablaban
de cosas que nosotros no llegábamos a comprender.
Aquel lugar en el que
acabábamos de aparecer, era una especie de sala enorme de piedra, rodeada de
arcos ricamente ornamentados con letras de ambos idiomas, el de Angelia y el de
Demônear. Algo me decía que debía marcharme de allí, al igual que le debía
pasar a Patryce, por la cara que ponía. El ángel la cogió por la muñeca y a mí
Dylan (el demonio, mi compañero desde tiempos inmemoriales) me colocó la mano
en el hombro. Así nos condujeron hasta otra sala, que tenía numerosas placas de
cristal de espejo que formaban el suelo, las paredes y el techo como un enorme
prisma. En el centro, una mesa también de cristal sujetaba dos objetos de
piedra.
-Darren, Patryce,
estos son los Cálices de Las Memorias.-comenzó el ángel.-La profecía dice que
debe mezclarse en ellos las lágrimas de amor de un ángel y la sangre emponzoñada
de un demonio.
-¿Y qué tenemos que
ver nosotros con todo esto?-respondí bruscamente.
Dylan sonrió y
decidió continuar él la explicación.
-No valen unos seres
como estos cualquieras. Han de estar enamorados. Y como sabréis, no es fácil
que un demonio y un ángel se enamoren sabiendo que son lo que son.
Ya me daba cuenta de
por dónde iban los tiros. Pero seguramente Patryce ya no podría derramar ni una
lágrima de amor por este insufrible ser del infierno.
A continuación, el
ángel giró su cabeza hacia mí, y me observó con su peculiar mirada penetrante.
-Tú, Darren, eres el
demonio que necesitamos. Tu sangre está envenenada por la Maldición. Y tú,
Patryce, eres el ángel necesario. Tus lágrimas pueden brotar por él, si así lo
deseas. Aunque puedes derramarlas por cualquier otra causa, con tal de que
tenga que ver con el demonio.
-Bien, bien, bien. ¿Y
qué beneficio obtenemos nosotros de todo esto?-pregunté, curioso. No iba a
decir que sí como un desquiciado sin saber qué sucesos desencadenaría la
mezcla, el conjuro en los Cálices.
-Los mundos se unen,
se funden. Angelia y Demönea se desharán en una sola. Es lo que llevamos
deseando desde que las doce piedras de los Cálices se encendieron, hace
cuatrocientos años, al nacer vosotros.
Observé las piedras.
Eran azules como el mar, como el cielo, como los ojos de Patryce. Ciertamente,
brillaban como si un fuego aguamarina yaciese encendido dentro. La miré, como
la miraba antes de saber lo que era ella. Cuando aún podía acariciar su piel
sin que me abrasase por la Maldición que yo llevaba.
Ellos nos suplicaron
Dylan y el ángel. Tal vez ellos se querían también, saltaban chispas doradas
cuando sus miradas se cruzaban. Pero que yo supiera, Dylan no estaba maldito, y
nadie poseía las lágrimas que Patryce sí.
Caminé hacia ella y
acerqué mi mano a su nuca. Por un instante se apartó, pero luego conseguí
atraerla hacia mí y unir sus labios con los míos. Alcancé con la mano mi
cuchillo mientras esperaba sentir el sabor salado de las lágrimas sobre nuestra
piel, susurrando en su oído mil veces su nombre, mil súplicas que tal vez no
servirían para nada. FIN 3ª PARTE
PATRYCE,The Angel
By Ivonne
El beso me recordó
todo lo que habíamos pasado juntos y todo el amor que sentía por él, aunque
fuera un demonio todavía lo amaba demasiado, las lágrimas empezaron a
deslizarse por mis mejillas, se apartó lentamente de mí y con su cuchillo se
hizo un corte en la mano, la sangre goteo hasta el piso, mis lágrimas seguían
cayendo y de repente un viento gélido nos abrazó a ambos, me acerque a Darren y
él me apretó a su cuerpo, todo lo demás desapareció solo quedando él y yo.
Escuchamos unas voces que solo repetían una y otra vez “Gracias” habíamos
logrado unir a Angelia y Demönea, lo único que podía pensar era si dos mundos
tan diferente podían unirse Darren y yo estábamos por encima de eso, nuestro
destino era estar juntos, no importaba a que raza perteneciéramos, nuestro amor
hacia posible esta unión.
Volvimos a la
realidad, el ángel y el demonio habían desaparecido, las piedras habían cambiado
su historia y ahora narraban lo que el amor era capaz de hacer cuando era
verdadero y cuando no importaba a donde perteneciéramos si esa persona te amaba
como eras, sentí a Darren alejarse lentamente y me gire para mirarlo, sus ojos
sostuvieron los míos hasta que me di cuenta lo que pensaba.
-¡Detente!-podía ver
lo que estaba sufriendo y mi corazón también dolía por hacerlo sufrir.
-No tienes que…-no lo
deje terminar, reduje la distancia que nos separaba, me puse en puntillas y
presione mis labios sobre los de él, el beso fue mil veces mejor que los
anteriores ahora nada nos impedía estar juntos, sus brazos se deslizaron por mi
cintura y me apretó a su cuerpo, el beso estaba lleno de pasión y de anhelo
pero sobre todo de amor, sus manos subieron hasta mi cuello, impidiendo que me
separara de sus labios, solté un suspiro y escuche como el gruñía, el beso se
hizo más apasionado, su lengua jugaba con la mía y sus manos seguían
acariciando mi cuerpo, hasta que tuvimos que separarnos, los dos jadeábamos y
sus ojos tenían el brillo que siempre reconocía cuando quería que fuera suya
pero antes de cualquier cosa tenía que decirle algo importante.
-Te amo y te pido
perdón por lo que te hice sufrir.
-Nada de eso importa
ya, te amo demasiado y me haces inmensamente feliz que me dieras una nueva
oportunidad.
-De ahora en adelante
todo será distinto.
-Ni que lo digas,
quiero tenerte siempre junto a mí y sobre todo en mi cama-me agarro de la
cintura y me pego a su cuerpo.
-¡Darren!
-Te necesito y tengo
que demostrártelo-no pude evitar reír.
-Pero no aquí-le dije
tratando de quitarme sus manos de encima, mostro su mejor sonrisa de seductor.
-Guíame, que soy todo
tuyo…-y así desaparecimos de ese lugar, rumbo a alguna parte donde pudiéramos
amarnos durante mucho tiempo…
FIN
¡Oh! Bueno, no pasa nada por lo de las imágenes. :3 Es mejor que l@s lector@s se imaginen a los personajes en su cabeza. ¡Espero que guste y que la letra no dificulte su lectura!
ResponderEliminarBesos,
Cali.
¡Me ha gustado mucho ese buen final feliz! ¡Es un relato muy significativo! :)
ResponderEliminar¡Me ha gustado mucho ese buen final feliz! ¡Es un relato muy significativo! :)
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