Ai lo imaginaba como una pintura al oleo; perfecta en cada parte de su equilibrio,
mimetizada con el sentimiento de libertad y a la vez, de pertenencia. Pues era
su secreta obsesión, pues era su deseo inalcanzable.
Lejos, más allá de lo real y terrenal y aún así; palpable.
mimetizada con el sentimiento de libertad y a la vez, de pertenencia. Pues era
su secreta obsesión, pues era su deseo inalcanzable.
Lejos, más allá de lo real y terrenal y aún así; palpable.
Parecía una burla a su persona, que pudiera sentir la frescura de tal cristalino liquido recorrer su cuerpo, sumergir sus cabellos. Era su anhelo ser lavada y limpiada no solo de sus errores, sino de sus pecados. Y era un paso, y era lo único que deseaba. Fundirse con el mar, con el río, la lluvia y las montañas. Mas solo sus esbeltos dedos podían soportar su húmeda caricia recorrerlos, humedeciéndose en el único puente a su capricho.
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